Ramonetta Gregori y “Las antecesoras”
Rafael Rattia
Es un poemario de impecable factura literaria. Desde su primer y único epígrafe que en forma de paratexto que inaugura este hermoso libro queda el lector subyugado por su discreto hechizo verbal y su mágico poder encantatorio; ese extraño poder tienen los libros de excepcional singularidad. Únicamente una poeta de extraordinaria sensibilidad estética es capaz de colocar en el frontispicio de su libro una sentencia bíblica tan terriblemente fulminante y definitiva como la que expresa el Libro del Génesis en su capítulo 4, versículo 12. “… Errante y extranjero serás en la tierra”.
Quiero expresarle públicamente las gracias interminables a la escritora Ramonetta Gregori por enaltecernos con su hermoso poemario “Las antecesoras”; pues en él se sintetiza el mejor estatuto que puede exhibir un escritor, aún más si se trata de un poeta: su condición de intelectual apátrida. La única patria de un escritor es su lengua materna y, subsecuentemente, las adoptivas, su capital lingüístico. Nada es comparable a la identidad intelectual de un poeta que sus imágenes y metaforizaciones. Sabido es que muy pocas civilizaciones han alcanzado un grado tal de realización plena de su potencialidad espiritual como la japonesa. Hay una sentencia aforística que dice: “Quieres comprender el presente?: ve y busca sus causas en el pasado”. Máxima japonesa que no admite más que una interpretación.
Quiénes son las antecesoras de Ramonetta Gregori? A juzgar por su poemario: “Eva, Urimare, Ibéricas, Africana, Corsa, Guanche, Itálicas, Libano, Sefarad… Otras”que dan vida y nos reaniman vivificándonos a todos los lectores que somos tocados por el milagro de acceder a esta poesía.
Dueña de un lenguaje cuidadosamente decantado y de una pulcritud expresiva envidiable la escritora nos obsequia un ramillete de textos poéticos que se distinguen por su vigor enunciativo y testimonian una consistencia imaginativa de primer orden. No oculto mi dicha y celebro por la existencia de poemas cuyos versos dicen:
“La primera
Tuvo que cubrirse
Luego de copular hasta el cansancio
Durmió en el suelo (…)
Eva premonitora
Sencilla y solitaria
Amazona campal en coitos y praderas
No le importó el castigo
Tan sólo la mirada.”(pág 7)
Los textos poéticos que cautivan más mi atención son aquellos que abordan la vehemencia insobornable de la pasión corporal desde los recónditos escondrijos de la memoria, la evocación sensitiva, el recuerdo de algo sucedido entre un hombre y una mujer que ya no será.
Imágenes de una tesitura singular se adueñan de la sensibilidad del lector y no lo abandonan así tan fácilmente. Una vez que leemos un poema de esta escritora lo asimilamos íntimamente, lo internalizamos y deletreamos mentalmente cada palabra de cada verso hasta convertir el poema en un sentimiento emotivo de insospechadas resonancias capaces de cambiarnos sustantivamente.
“Una vez cruzada la Poza del Silencio
Se sabrá porqué la luna está
Del lado de las hembras.” (pág.9)
No es difícil advertir en su escritura transhumante y nómada una sutil y discreta relación micro-macro-cósmica, como gustaba llamar a Platón el nexo interaccional entre el hombre y el universo.